viernes, 28 de septiembre de 2018

28 Childress

Ponemos rumbo a lo desconocido... bueno, en parte. Alguna cosa nueva descubrimos, pero hay otras que conocemos. Además... desde que existe internet, las aventuras no son como antes.

Descubrimos por internet un sitio que parece interesante, así que allá que nos vamos. Se trata del chiringuito que tiene montado un tal Harley, un tipo peculiar. O al menos, el personaje que tiene montado.

Esto antes debió ser una tienda o algo así. Ahora lo único que se vende aquí es el espectáculo de este hombre. No me malinterpreteis, me cae genial y es un tipo superagradable, que no deja de gritar "take all the photos you want" y "welcome to America". Posa para absolutamente cualquier foto que le pidas. Y si no se lo pides, el la organiza. En esta le pedí que posara con un retrato de él y su mujer en los tiempos de las fotos en blanco y negro.

Allí coincidimos con unos vascos geniales que volvieron desde Amarillo para ver este lugar. Valió la pena. Harley saca la guitarra y te monta un show en segundos. Eso sí, no empieza hasta que no está seguro de que todos los móviles están grabando.

Y es que Harley conoce, seguro, del poder de internet. Y sabe que a más fotos, más visitantes. Y eso significa más propinas. 

Me cuesta decidirme si él es así o si vive (con muy buenos ingresos) de su personaje. No vive aquí, llega temprano en su coche y todo lo que te muestra es el escaparate. ¿Será así de verdad o es como aquellos amish de las tiendas?

Seguimls hasta la gasolinera más famosa de la ruta, Conoco Station. Si habéis visto Cars, os sonará. Un buen detalle es que tienen centro de información donde comprar una camiseta (¡como no!) y tomarte un buen café gratis.

Otra gasolinera típica (al menos para nosotros, ya veréis el post de Ingrid) es esta de Phillips 66. Muy fotogénica, aunque mirando alrededor está en un pueblo medio vacío y rodeado de talleres mecánicos o algo parecido.

Si te interesa la historia de la Mother Road y no sólo las atracciones turísticas "modernas", por el camino hay construcciones hechas con fines publicitarios interesantes de ver, como aquella botella de leche sobre un edificio, los rótulos de algunos hoteles... o este depósito inclinado. Se construyó así expresamente para llamar la atención y hacer publicidad, pero el centro de gravedad está bien colocado y es totalmente estable.

Llegamos al Bug Ranch, una suerte de crítica del Cadilla Ranch que a su vez es una crítica del consumismo. En la foto podéis ver los Volkswagen semienterrados a la izquierda, aunque a mí, fotográficamente, el que me gusta es el de la derecha, con la casa y el cartel de motel al fondo.

¡Y llegamos a Amarillo! En el coche suena (otra tradición) Amarillo by morning, de George Strait. 

Es hora de comer y hemos conseguido cuadrarlo con nuestro paso por The Big Texan. La vaca de la entrada no deja duda de lo que hay que comer aquí: carne.

La decoración es... muy de aquí. Igual que la carne. Nos pedimos unos filetes sabrosísimos y un variadito de otras carnes (ribs, sausage y brisket) para probar un poquito de todo. Y todo está buenísimo.

Si vuelvo alguna vez por aquí, intentaré el reto de comer un montón de cosas (la principal es un filete de 2’5kg) en una hora. Si lo consigues, sale gratis.

Había dos personas intentándolo, que no lo consiguieron. Sobre ellos podéis ver los cronometeos que indican cuanto tiempo les queda. Cuando el de la derecha no pudo más (atención al cubo que tenía por si acaso la comida quería salir por donde había entrado), su amigo se puso a comerse lo que había dejado. Visto así, sale barato...

Para terminar el día, llegamos a Cadillac Ranch. Por suerte no llueve, pero hace mucho viento y muchísimo frio.

Hacemos alguna pintada con un spray que hemos comprado por menos de un dólar en el Walmart y como es tradición se lo damos a alguien al marchar para que pinte también.

Los coches cada vez tienen más pinturas y menos piezas... diría que a alguno le falta alguna puerta más...

Tenemos mucho frío y aún nos quedan kilómetros por conducir, así que seguimos en busca de ooootra tradición: walmart+wifi+booking+fideos instantáneos.

¡Hasta mañana!

Dia 27: Stroud - Sayre (Route 66)

Avui necessitem fer almenys 260 km si volem arribar a dinar demà a Amarillo. Per tant, el despertador sona mooooolt aviat, a les 6 del matí (tot i que el veí de l’habitació del costat estigui fotent cops de porta des de fa més de mitja hora perquè s’ha quedat tancat a fora)

Per sort, avui no tenim esmorzar (tampoc hauria estat capaç de menjar res d’aquest antre) i justament al costat de l’hotel hi tenim el Rock Café, un restaurant molt típic de la Ruta i del qual la seva propietària va servir com a inspiració per fer el cotxe de la Sally a la pel.lícula Cars (el de color blau).


Això si que és un bon esmorzar i no el que ens donen als motels!

I amb el colesterol pels núvols, agafem la carretera i a seguir descobrint indrets mítics i antigues benzineres com aquesta que ara forma part d’un taller mecanic.

M’agrada la combinació del verd, blau i taronja, semblen tretes d’un parc temàtic. De fet, tota la Route 66 ho sembla...


La propera parada és a l’OK County - John’s Place, la casa d’un personatge molt peculiar, coleccionista d’objectes antics i amant dels extraterrestres.

Llàstima que hi trobem la porta tancada i sembla que no hi ha ningú a dins, igual podem anar a veure un parell de coses que tenim per aquí i tornar-hi després perquè val molt, molt, la pena.

Farem temps al Round Barn d’Arcadia, un graner rodó construït al 1898 per un agricultor local, utilitzant taulers d'alzina remullats quan encara eren verds i forçats a fer la corba per parets i teulada. El sostre per dins és xulíssim, m’emporto la foto per utilitzar-la com a fons de fotolibros.


No gaire lluny d’aquí hi ha el Pops Arcadia, un restaurant que ha guanyat diversos premis d’arquitectura degut al seu disseny. El més característic d’ell és una ampolla de refresc de 18 metres d’alçada que a la nit queda il.luminat amb Leds de colors.


I tornem a casa en John a veure si ara tenim més sort.

La porta del jardí està oberta i hi trobem una parella d’Alacant a dins, però no hi ha cap rastre del propietari. El seu taller és tancat i davant la casa hi ha un gos que ens mira despreocupadament.

Almenys podrem fer una volta per l’exterior.


Vehicles restaurats, maquetes a tamany real de benzineres, un cotxe sortint per la façana, un avió clavat a terra, figures de llauna... tot el que et puguis imaginar ho té en John al jardí.


La Ruta té infinitat de museus al llarg de tot el recorregut, el de la motocicleta, del transport, que si el d’aquest estat o el d’aquell altre... i a Elk City n’hi ha un que és general, un que agafa tota la història de l’època, el National Route 66 Museum.

Algú té ganes de fer-se una permanent?


Us imagineu el que poden haver viscut aquestes maletes? Quina història deuen tenir al darrera?


També hi ha la recreació d’un poble amb els antics comerços i l’estació de tren. Realment val molt la pena, si un dia passeu per aquí entreu-hi a fer una ullada, son només 5$.


Doncs res, ja tenim fet un dia més. Demà arribarem a Amarillo i ja deixarem la Ruta.

Fins demà (si el telèfon em deixa publicar...)!

27 Sayre

¡Ah, los desayunos! La comida más importante del día, dicen. Es tan importante que buscamos un hotel  sin desayuno incluído (recordad que los de la ruta los estamos buscando sobre la marcha para reestructurar los días) para poder ir a cebarnos al Rock Café. Es uno de los lugares míticos en la ruta, pero no sólo por la comida, sino también porque en la dueña se inspiraron para el personaje de Sally (el coche azul) en la película Cars.

Hashbrowns (patata rayada, cocida y luego frita en bloque), bacon crujiente como el vidrio, huevos both sides, tostada y té a granel. Impresionante.

Lo de los huevos parece fácil... pero tienes que decir como los quieres. Sunny side, por ejemplo, es hechos por una cara, como lo hacemos nosotros. Yo losp ido hechos por los dos lados, lo que implica que les den la vuelta para cocinarlos por los dos lados.

Más adelante está el museo de la motocicleta. Se ve rápido porque a pesar de tener muchas motos, las tienes apilotonadas y sin mucha explicación, sólo en algunos modelos concretos. Tampoco parecen tener ningún tipo de conexión entre ellas, es una colección de bulto.

Eso sí, es gratis (tiene bote de propinas y tienda de recuerdos, evidentemente).

Igualito que el round barn, un antiguo granero redondo restaurado. Cuando no lo alquilan para algún evento local, sirve de reclamo para que te pases por la tienda del piso inferior.

Por la zona también está la gasolinera de Arcadia, en cuyo exterior tienen una estructura de neones en forma de botella de refresco que por la noche se ilumina y ha de ser espectacular. Digo ha de ser porque pasamos de día.

Dentro de la gasolinera hay, además de la tienda de recuerdos, un montón de botellas de refresco de la misma marca y ordenadas por colores en unas estanterías de cristal que llegan al techo.

Te das cuenta de que te haces mayor cuando, ante esta policromía de colores y formas reiteradas para provocar un patrón que satisfaga a nuestros sentidos, piensas en cómo harán para sacarle el polvo a todo esto...

Antes del granero y de la gasolinera habíamos pasado por OK County John’s place, o el chiringuito de John, pero estaba cerrado, así que reculamos a ver si hay suerte, porque es un sitio de los imprescindibles.

La puerta está abierta, pero John no está, así que sólo podemos ver el exterior.

John es un enamorado de la ruta 66 que cuando se jubiló, empezó a coleccionar cosas sobre ella. En el interior tiene recreados un taller, un bar, un cine y alguna cosa más. Y afuera... va poniendo cosas.

Echamos unas cuantas fotos, lamentando que John se haya unido a Zac y a Alan en cuanto a dejarnos tirados... 

Llegamos a Oklahoma City, que había de ser nuestro último punto en la ruta, aunque finalmente no lo será. Hay un par de cosas que nos interesan. La primera es una botella de leche.

Está sobre una antigua tienda (de leche) muy pequeñita, a la que casi le hacemos la foto sin bajarnos siquiera del coche.

Otra cosa que visitamos es un outlet de ropa vaquera.

Le dicen outlet, pero no sé por qué. Menudos precios...

Tienen multitud de sombreros y botas. Y tantas camisas de estampados diferentes, que parece que estemos en Amelia Patchwork Cabrils, la tienda de patchwork con más telas de todo el Maresme y alrededores.

Vamos contrareloj y decidimos no comer para poder visitar el Museo Nacional de la Ruta 66, que cierran a las 5. Este es el nacional, luego hay otros estatales más pequeños.

Han reproducido un pequeño poblado con las casas típicas: el banco, la escuela, el médico... También hay una parte dedicada a la ruta en sí misma.

Y después... ¡a comer! Es tarde, pero hemos conseguido nuestro objetivo. Conducir por aquí es muuuy cómodo, pero tiene un problema: no puedes pasarte del límite de velocidad ni un pelo. Y no es muy alto, 60-65 millas por hora, que vienen a ser algo más de 90km/h.

Después, nuestra nueva rutina: localizar un walmart para enchufarnos al wifi, buscar hotel por la zona, comprobar si tiene microondas y comprar la cena.

¡Hasta mañana!

PD: o hasta cuando podamos publicar...

Dia 26: Claremore - Stroud (Route 66)

Aquest matí tinc una missió, haig de rescatar al tiet d’una balena que se l’ha menjat.

Fa un parell d’anys quan vam passar per aquí ja ho va fer i ara hi ha tornat, sort que vam fer-ne un vídeo i en Marc sempre m’ajuda a cridar-lo. Li encanta mirar-se’l i evidentment l’haviem de repetir al veure que tornaríem a passar per Catoosa (si no us sap greu no us el posaré, les tonteríes es queden a casa)


Hugh Davis va construir-la el 1972 com a regal d'aniversari per la seva dona Zelta, que col·leccionava figuretes de balenes. Sembla que aquesta li va marxar una mica de les mans...

Originalment, l'estany que l’envoltava va ser només per a ús familiar, però poc després, el propietari va portar tones de sorra, va construir taules de pícnic, contractar socorristes i la va obrir al públic, fet que va fer que ràpidament es convertís en un lloc on refrescar-se, tant per als habitants locals com per als viatgers de la Ruta 66.

Un cop salvat el tiet de la balena menjatiets ja podem seguir el nostre camí cap a l’oest.

La propera parada és a Tulsa, davant del Golden Driller, una estàtua de 23 metres d’alçada i 19.700 kg de pes, que representa un treballador de l'oli.

Va ser construïda i situada de manera temporal per l'Exposició Internacional del Petroli del 1952 però a causa de la bona acollida que va tenir, l'empresa constructora va regalar-la a la ciutat que la va instal.lar davant del Centre d'Exposicions.


El Tally’s Good Food Café és un dels llocs històrics de la Ruta 66 i el nom no enganya: "good food" i a un preu molt raonable. La decoració dels anys 60 molt autèntica i el terra com una bassa d’oli literalment parlant. Em sembla estar caminant per una pista de patinatge, la feina és meva poder anar fins a la taula sense asseure’m a la falda de cap client.


Tot i això, la resta està molt net i hem menjat bastant bé.


A Tulsa mateix hi ha el Route 66 Historical Village, el que pretén ser un mini-parc temàtic del transport durant la Ruta, ara mateix en plena ampliació.


Aquí coneixem en Mike, Engineer Mike es fa dir. És una de les persones que s’encarreguen de la remodelació del vagó de mercaderíes i que pretén transformar-lo en una petita cafetería amb llar de foc.


També hi veiem una torre d’extracció de petroli de 154 metres d’alçada (la més alta de l’Amèrica del Nord) i un tren espectacularment gran.


D’aquí a un parell d’anys s’han proposat tenir l’estació, el tramvía i una avioneta entre d’altres coses.

Haurem de tornar-hi per veure les novetats i que l’Engineer Mike ens convidi a una xocolata calenta.

Uns kilòmetres més endavant, a Sapulpa, encara es pot veure el Rock Creek Bridge, un dels pocs ponts d’acer amb el terra de maons. Malauradament ja no es pot creuar ni caminant.

Aquests tipus de ponts es van popularitzar a mitjans de la dècada de 1800 i es van utilitzar fins la Segona Guerra Mundial, quan la tecnologia va canviar desenvolupant-se dissenys de formigó més estandars.


Ens queda una tirada encara fins Stroud on volem dormir. Aquests últims dies anem sense hotel reservat i a última hora quan ja sabem on volem passar la nit ens aturem al Walmart per fer la reserva i comprar el sopar per menjar-lo a l’habitació.

Hi ha qui prefereix fer les compres en carretó elèctric per estalviar-se el caminar...


Avui no hem afinat gaire la puntería, sembla més aviat l’allotjament de la Família Monster que un motel amb una puntuació de 7,70 a Booking. A més, el recepcionista m’agafa la targeta de crèdit i em demana que li anoti el Pin en un paper per fer el cobrament de la nit.

I què més! No sé si es feia el tonto o realment ho era.

I parlant de fantasmes... les cases ja comencen a tenir la decoració de Halloween posada. Si puc, un altre dia us en poso alguna més que n’hi ha que son al.lucinants.


26 Stroud

Sí, vamos atrasados. El móvil de Ingrid ha decidido estropearse y no reconocer ningún wifi... a ver si lo apañamos.

Para desayunar, vamos a Tally’s Café. Un local con encanto y al que le hace falta un reapsito con la bayeta... pero que mola un poco.

Cuanto más tiempo pasamos y más gente vemos y en más sitios comemos, más pienso que aquí tienen un problema de salud nacional por sobrepeso. 

Pero como eso no repercute en las arcas del estado, pues nadie lo arregla (¿esto ya lo he dicho, no?).

Por la ruta hay atracciones variadas. Esta es una de aquellas curiosas, no sólo por lo que es sino también porque al lado no hay un bote para que le eches propinas a alguien...

Es la famosa ballena azul de Catoosa. Por cierto... probad a buscar #bluewhale en instagram...

Esta ballena con gorra servía antiguamente como trampolín para meterse en el agua, aunque en la actualidad está prohibido. En el agua se pueden ver unas tortugas de buen tamaño.

Cumplimos con la tradición de grabarme en vídeo haciendo el tonto para disfrute de mi sobrino mayor y seguimos viaje.

Hacemos una paradita en el Hard Rock Hotel de Tulsa. Tulsa es una ciudad que ni fú ni fá, aunque los Tractors (un grupo buenísimo) le dedicaran una gran canción. Bueno, a lo que íbamos... paramos aquí para echar un vistazo a la tienda de recuerdos de uno de los restaurantes de la franquícia de Toby Keith, I love this bar & grill. Te obligan a pasar por el casino para llegar hasta allí y marchamos por donde hemos venido. Entre que tampoco son muy bonitas y lo que se han flipado estos con los precios...

Una de las cosas que me gustan es fijarme en detalles poco turísticos para ir conociendo la realidad del país en que estamos. Por ejemplo, esta casa pro-Trump. Aún no sé si es una casa particular o una sede local del partido.

Hablando con gente de aquí te explican que lo que a nosotros nos llega de Trump en las notícias no es exactamente la realidad. O, como mínimo, no es toda la realidad. Y argumentan que cumple lo que promete y que está haciendo que América (del Norte) vaya mejor, que baje el paro, etc. No sé en qué se basan para creer que sus medios de comunicación sí les cuentan la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

Coincide nuestra estancia en Tulsa con la Feria del condado, pero nuestro cambio forzoso de planes ha hecho que no hagamos noche aquí, así que paramos a ver la estatua de la puerta -el gran hombre dorado- y seguimos. Por cierto, le estaban poniendo una camiseta y bambas...

El último punto interesante de hoy es lo que será, porque está a medio construir, el museo del transporte. Hay un tren con vagones de diferentes tipos, una recreación de una torre petrolífera y un escudo enorme de la ruta para hacerte una foto (que nos hacemos, claro).

Como siempre, lo mejor es la gente. Nos encontramos al Ingeniero Mike, un voluntario que está restaurando un vagón y nos explicó un montón de cosas, con esa amabilidad y esa sonrisa perenne. Qué pena no saber más inglés y no tener más tiempo para ir conociendo más a todas las personas que nos encontramos.

Buenl, a todas no. A algunas... porque en ocasiones tengo la impresión de que algunos "actúan" para llenar el bote de las propinas, como cuando estuvimos con los amish o con algun otro personaje pintoresco que hemos conocido.

A veces, tengo la impresión de estar haciendo un safari humano.